A pocos
días del inicio de las añoradas “Fiestas Patrias”, al diputado DC Gabriel
Silber no se le ocurrió nada mejor que iniciar una campaña que busca prohibir
el consumo de alcohol en celebraciones laborales. En estas fechas a todos les
está bajando la productividad notoriamente y cómo no si de alguna manera hay
que justificar el día extra que tendremos y los aguinaldos, en caso de que los
haya. Y está bien, más que mal está haciendo su trabajo pero con su iniciativa se
está olvidando que los chilenos además de ser reconocidos por malas
mañas en otros países, también llevamos la batuta al momento de celebrar.
Buscamos cualquier excusa para beber y con mayor razón si es gratis,
en la época más esperada del año.
Ahora bien,
la explicación de esta súper idea es evitar que las mujeres sufran abusos
sexuales por parte de sus jefaturas o pares. No sabía yo que el alcohol fabrica
degenerados. Al parecer el diputado tiene la percepción equivocada
y retrógrada de aquellos que responsabilizan al alcohol por hacer cosas
indebidas o de “apagar la tele” como le llaman a la pérdida temporal de la
memoria, en vez de asumir las culpas como corresponde.
Además, al
menos en mi mundo, el alcohol tiene un alcance transversal y no distingue
géneros. Así como puede causar que los hombres se vuelvan más “cariñositos”, lo
mismo puede hacerles a las mujeres. Aunque lamentable, lo cierto es que
estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan a Chile como el
cuarto país en América donde hay más consumo de alcohol después de Uruguay,
Argentina y Estados Unidos. Lo que es peor, las mujeres chilenas son apuntadas
como las que tienen más episodios de borrachera en Latinoamérica; aun así, los
hombres siguen llevándoles la ventaja hasta cuatro veces más.
No obstante
lo anterior, lo que más me inquieta de esta campaña si es que se
lleva a cabo es que ¡se está subestimando la fuerza de voluntad de los
chilenos!…no, en serio, no creo que se les esté haciendo un favor a las mujeres
al pretender que el alcohol es el responsable de la vulnerabilidad a la que
pueden ser expuestas en situaciones donde este esté presente. Convengamos en
que el tema que nos convoca hoy es una celebración puntual pero el acoso puede
darse en cualquier contexto: cuando la persona es degenerada lo es aquí y en la
quebrá del ají”.
En el ámbito
laboral se trata de adultos que deberían saber lo que hacen “buenos y sanos” y
con “agua en el bote”, a pesar de que está comprobado de que gracias alcohol la
zona de nuestro cerebro que controla el sentido común se relaja y, por ende,
tanto hombres como mujeres se desinhiben, eso no es pretexto para echarle la
culpa de las estupideces que podemos hacer cuando estamos bajo sus efectos. No
por nada el dicho popular, “con un par de piscolas”… complete la oración. Hay
que saber distinguir entre lo laboral y lo personal, obviamente no
se trata de “mostrar la hilacha” frente a los jefes tampoco. Déjenlos que
disfruten de compartir todos en una misma mesa una vez al año,
después de todo pasan más de 300 días poniéndoles la cara y aguantando el trabajo
bajo presión; mientras no se tomen hasta el agua del florero, todo
bien.
Por otro
lado, el verdadero sentido de las fiestas patrias se perdió hace rato. Ese que
celebraba la primera junta nacional de gobierno ocurrida el 18 de septiembre de
1810, evento que se conocía popularmente como la independencia de
Chile. A estas alturas debo enfatizar que fue ocho años después, el
12 de febrero cuando el país fue reconocido y proclamado como una nación
soberana y libre. Y no es que piense que en Chile reina la ignorancia, pero “por si
las moscas”, no está de más recordar.
Por todo lo
anterior, hablar de “patriotismo” para justificar el beber de más en esa semana
sería solo eso: una pantalla. No por nada en cada fonda o eventos de la
chilenidad se escucha de todo menos la danza nacional, mi querida
pero ignorada cueca. Sobre todo, por esta cosa de la “multiculturalidad”, cada
vez son menos los coterráneos que atienden las mesas en estos locales así que
muy chileno no es el ambiente que digamos. Para qué mencionar que en el caso de
sonar “La Consentida” o “El Guatón Loyola” la mayoría vuelve a sus asientos,
pero no vayan a tocar cumbia, reggaetón o salsa, porque se llenan las pistas en
un abrir y cerrar de ojos. Por eso prefiero mil veces las fiestas costumbristas,
al menos en ellas se respetan más las tradiciones y el folclore.
Cada quien
sabe dónde le aprieta el zapato y definitivamente el trasfondo de todo esto es,
para variar, cultural; falta mucha educación en Chile respecto de drogas
legales e ilegales y que aprendamos a decir “No” o “Suficiente”. Lo mismo
ocurre con la comida chatarra, nos llenan de sellos y advertencias_ si igual
nos devoramos los chocolates o postres aunque con culpa, claro_ o prohíben su
consumo en colegios porque no sabemos cerrar la boca. Simple, si sentimos que
nuestra temperatura bucal aumenta por no decir que se “nos calienta el hocico”
pensemos un poquito más antes de actuar, aunque sé que quizás estoy pidiendo
mucho; lo que en verdad debe preocupar son las consecuencias en la seguridad al
conducir ebrios exponiéndonos unos a otros y en la salud, abusando de nuestro
pobre hígado hasta más no poder.
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