“Si tan solo pudiera
hacerle ver, que no veo las cosas como él lo hace. No es posible que un mundo
que hace tantas maravillas sea tan malo”.
Cómo olvidar esos versos que marcaron mi infancia y que canto de memoria
hasta hoy, 30 años después del estreno en 1989 de mi película favorita de
Disney: “The Little Mermaid”, más conocida en Latinoamérica como “La Sirenita
Ariel”. Desde hace un tiempo la fábrica “construye cuentos” más exitosa del
mundo se dispuso a recrear en versión live-action
las películas más taquilleras de antaño. Lo hicieron con La
Cenicienta, La Bella y la Bestia y Aladdin, entre otras; hasta que por fin hace
unos meses se dio a conocer la noticia oficial de que el clásico de la colorina tendría también su versión en real
con personajes de carne y hueso.
Obviamente no podía estar
más feliz. Saber que ahora rememoraría esos tiernos tiempos en que ver una y otra
vez la película no lograba aburrirme, no solo por la rebelde ninfa marina de 16
años que llegaba a romper los esquemas estereotipados de las princesas perfectas y disciplinadas como Cenicienta y
Aurora; sino que también por mi villana favorita: la bruja Úrsula, ese pulpo de
voz ronca y caderas voluptuosas que le daría a Ariel piernas a cambio de su
hermosa voz.
¿Quién no se enamoró de
un dibujo animado alguna vez? Es obvio que no puedo dejar de nombrarlo a él, el
guapo Erik; ese valiente moreno de ojos azules que me cautivó, nuevamente
porque estaba lejos de cumplir con el prototipo de príncipe soldadito de guerra con traje azul y labios pintados, sí, como el
de Blanca Nieves, por ejemplo. ¿Y la dupla de amigos incondicionales? Flounder y Sebastián, el pececito y el
cangrejo compañeros de aventuras de la apasionada adolescente. Sin duda, esta
película tiene todos los componentes para hacer de ella un triunfo redondo en
su versión de “imagen real”.
No obstante lo anterior, mi
sorpresa fue gigante cuando me enteré
por medio de una publicación oficial de Disney que ya tenían a la Ariel que
buscaban: Halle Bailey, una estadounidense que con
solo 19 años se anuncia como una promesa del canto. Hasta ahí todo bien, pero ¡Sorpresa!
la “elegida” es de ascendencia afroamericana. ¿Es broma?
Lamentablemente no. Así como yo eran muchos quienes se estaban manifestando por
RRSS con duras críticas y reproches
hacia la factoría del ratoncito Mickey y contra la misma artista, quien no cabe
duda de que podrá cantar como los dioses pero no se parece ni se parecerá a
Ariel. Punto. Sin afán de recurrir al típico doble estándar del chileno, ese
que comienza una frase con “No es por
ser racista pero”, pongamos los pies en la tierra; ella no cumple con las
características físicas de mi princesa Ariel. Al menos la que yo recuerdo era
blanca, colorina y de ojos verdes, a no ser que haya vivido una fantasía toda
mi vida.
Las películas anteriores
trataron de encontrar actrices que tuvieran un parecido lo más cercano a la
original, como fue el caso de Cenicienta con Lily James y Emma Watson como
Bella. Y aunque tengo mis reparos con Jazmín de “Aladdin” interpretada por
Naomi Scott, pues a pesar de ser una
hermosa morena tiene rasgos muy occidentalizados, el hecho de mostrarnos a una Ariel
negra tiene un mundo de diferencia. ¿Qué le pasó a Disney? Habiendo tantas
películas ¿Tenía que matar a Ariel? Insisto, puede que el talento y la trayectoria
de Balley no estén en discusión pero indudablemente no cumple con el prototipo
físico.
Existen muchos rostros que podrían
personificar a Ariel como por ejemplo la protagonista de “It”, Sophia Lillis, o
quien se adjudicó el papel del remake
de “Carrie”, Cloe Moretz. Incluso, otra
que quedaría bien para reencarnar a la princesa del mar sería Lindsay Lohan;
sus rasgos calzan perfectamente con el papel y aunque está un tanto pasada en
edad como para interpretar a una adolescente, no es nada que la magia del cine
no pueda arreglar con ciertos retoques que la harían lucir como una quinceañera
otra vez. Ella misma se ha anunciado sin
pudor por RRSS como la candidata perfecta para asumir este rol, claro está que
tendría que ser una Lohan 2.0, sin excesos y abusos de drogas y alcohol. Todos
merecemos otra oportunidad, recordemos que ella intentó probar suerte con una
deprimente carrera como cantante aunque estaba más que claro que le faltaba el
elemento esencial: una linda voz. Pero, ¿es esto impedimento en estos días? Obviamente
no, tanta tecnología y recursos hacen que hasta Marlen Olivari cante. “AutoTune”
ha hecho milagros y el dinero mueve montañas; lo hizo con varias cuando Raquel
Calderón lanzó el “hit del verano”, su polémico: “Me creo Punky”.
A pesar de que no se
tiene la certeza de dónde provienen exactamente las aguas del rey Tritón, sí se sabe por el cuento original que la colorina
sería oriunda de Dinamarca, país que tiene un gran porcentaje de pelirrojos,
por cierto. Por lo mismo, Disney se
defendió argumentando entre otros puntos que “ella vive en un reino submarino
en aguas internacionales y puede nadar legítimamente donde quiera”. Además,
afirman que “Ariel es danesa y las sirenas pueden ser de color porque las
personas danesas también lo son”. ¡Que
increíble respuesta! ¿Los aplaudo?
Haciendo alusión al
brillante comentario anterior ¿por qué entonces no hicieron a Bella negra?
Tomando en cuenta que esta proviene de Francia, país que también tiene una gran
cantidad de población de color. O a Tiana de “La princesa y el sapo” mestiza, considerando
las políticas vanguardistas de “puertas abiertas” a favor de un mundo
“multirracial” y “multicultural”. Es más, Mulan tendría que ser nórdica y así
podríamos continuar jugando a las cambiaditas. Algunos dirán de la guerrera china que como la película está
basada en una historia real, necesariamente debe tener los ojos rasgados para
respetar la cultura puesto que de otro modo, no tendría sentido. Con esto puedo
deducir entonces que el concepto “inclusión”, al que aluden quienes están a
favor de que Ariel sea negra, no sería transversal puesto que los colorines también
podrían sentirse excluidos de la
pantalla grande como se ha visto históricamente.
Cabe enfatizar, además,
en que la historia negra dispone de una cultura rica en mitología con criaturas
mágicas del mar, el cielo y la tierra, por lo que no creo que necesite que la
homenajeen invitando a actores de color a interpretar papeles hechos para
blancos. Es más, creo que con esto se subestima a la raza a la vez que se
menosprecia indirectamente mucho material propio del cual se podrían basar para
crear nuevos cuentos.
En fin, por más que
pataleemos, Halley Balley es quien se convertirá en Ariel. Y no estoy diciendo
que me rehusaré a ser sorprendida pues probablemente interprete el papel
perfectamente. Disney aún mantiene la incertidumbre pues no se sabe si Balley conservará su
naturalidad para encarnar a una sirena negra, o bien, sería caracterizada
blanca y colorina. Y aunque esto último sería mejor, de seguro abriría otro debate
que imagino va a aludir al racismo por “blanquear” a una mujer afroamericana.
En fin, hay algo de lo que sí estoy segura: `pase lo
que pase, no esperaré la película con las mismas ansias que habría querido ni
podré rememorar mis tiempos de niña con la ilusión y fantasía que me provocaba.
Para mí será otro filme más de tritones
y sirenas que aunque podría ser un éxito y dejar boquiabiertos a muchos, ya
rompió la fantasía de miles de fans que como yo esperaban escuchar “Parte de tu
mundo” en la voz de “no importa quién” pero viendo a una sirenita Ariel tal
como la recordaban.
Pasa lo mismo con "Jesús de Nazaret" de Franco Zeffirelli que nos acostumbramos a ver la interpretación de Robert Powell como Jesús, esta es la versión clásica.... pero otras producciones basadas en la Biblia, con otros actores, no tienen la preferencia de la mayoría.
ResponderEliminarTal vez pasaría lo mismo con la interpretación en versión humana de la Sirenita, con la cantante y actriz de color Halle Bailey.
(Tu siempre eres y has sido mi Sirena)