viernes, 22 de noviembre de 2019

Reggaetón: El placer culpable más escuchado en Spotify




Con todo el revuelo que causó la masiva evasión del metro ante el aumento de 30 pesos por pasaje y  el posterior movimiento social por otras demandas arrastradas hace más de 30 años, que sirvieron de excusa y oportunidad perfecta para que  vándalos y  delincuentes aprovecharan de hacer lo que mejor saben;  se dejaron de lado algunas noticias blandas que surgieron poco antes de que estallara este revuelo dramático que tiene a todo un país dividido y molesto. Una de estas es que la plataforma por streaming más popular en internet, “Spotify”, lanzó una cifra que me dejó boquiabierta.  Según la aplicación, Santiago de Chile es la ciudad donde se escucha más reggaetón en el mundo.
 Se reproducen unos 400 millones mensuales de canciones de este género superando casi por el doble a la ciudad de México,  la segunda con estas preferencias. ¿Es broma? Pues no, y es por eso que enterarme de esta tamaña realidad me resultó tragicómico considerando que generalmente es común escuchar que la palabra “reggaetón” genera repudio “de la boca para afuera” a muchos ¿Cómo puedes escuchar esa  basura? ¡Eso no es música! ¿Cómo es posible que haya decaído tanto la calidad musical? ¡Qué manera de cosificar y denigrar a la mujer! Y un largo bla bla bla.
                Convengamos en algo,  según una de las definiciones de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) música es el “arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya tristemente”. Si mi comprensión lectora no me falla, no le veo el problema a considerar al género como música si con sus ritmos y letras de despecho, amor, erotismo y entretención les provocan “deleite” a sus audiencias. Reconozco, eso sí, que su contenido es cada vez menos “romántico” y a veces bastante vulgar, que es lo que reclaman muchos junto con  condenarlas por ser extremadamente machistas y denigrar a las mujeres, sin embargo, no se puede negar que resulta para varios de ellos, un placer culpable.
Lo maravilloso que tiene la música es que es un arte que puede transportarnos al evocar momentos que nos alegran o entristecen dependiendo de la ocasión y así me define mi estilo, escucho de todo según  mi estado de ánimo. Me acompaña a diario y es cómplice de mis experiencias y emociones. Si una vez al mes tengo ganas de llorar escucho las típicas baladas “cebolleras” y “corta venas” en inglés o español porque me inspiran, es como una especie de masoquismo que me permite desahogarme, llorar un poco y aquí no ha pasado nada: de vuelta al curso normal de mi rutina.  Para trabajar y escribir, por otro lado,  me agrada la música clásica y hasta escucho playlist de meditación cuando no puedo dormir. Si me despierto motivada y con las pilas puestas me creo la “Cenicienta” haciendo aseo,  fantaseando con mi escobillón de micrófono  y coreando clásicos latinos de Ana Gabriel, Vicky Carr, Rocío Durcal, entre otros; ¡ups! Caída de carnet magistral.
Siguiendo con mis gustos musicales, debo confesar que muchas veces cuando se acerca el viernes no sólo mi cuerpo lo sabe sino también mis listas de reproducción con los temas de reggaetón más populares. Ese es el momento en que me siento como la mona lisa, inalcanzable y amazónica;  bendecida, como Paloma Mami. Lo admito y qué. Sí, he “perreado” muchas veces y qué. He intentado hacer el famoso “twerking” con resultados no muy alentadores pero siempre digna. Y no me siento menos mujer ni sometida a un sistema heteronormado que me ve como un objeto.  Cada quien sabe lo que hace y cómo se siente con ello.  Un par de veces estando ebria  he jurado que bailé como las diosas cuando en verdad hice un reverendo ridículo pero no por eso  me he sentido “una bellaca más acicalá  perreando  hasta la baldosa”.
Por supuesto que reconozco la calidad vocal de muchos cantantes célebres a nivel mundial y sé distinguir cuando hay talento y cuando no. Claramente no hay punto de comparación entre ellos y los mayores exponentes del género aludido. Sin embargo, no se puede desconocer que hoy en día con tantos avances tecnológicos lo que se premia  es la producción más que la calidad de la música y en ese sentido quiéranlo o no, el reggaetón es lo que más vende.
No es mi afán generalizar y pretender que a todo el mundo le guste el “reggaetón” pues claramente debe haber personas a quienes en verdad no les agrada. Tampoco busco criticar a aquellos que despotrican en contra de esta música porque yo misma estuve en ese lado de la moneda alguna vez, por quedar bien, claro; por ese estúpido miedo que tienen muchos al “qué dirán”. Afortunadamente maduré y aprendí a ser honesta primero conmigo misma.  Lo que en verdad me molesta es que lo nieguen cuando efectivamente en algún momento lo han disfrutado.
 Lo más probable es que muchos de ustedes han escuchado y coreado a todo pulmón este ritmo en la ducha, han fantaseado frente al espejo o han ido conduciendo su automóvil con los vidrios abajo  y con su equipo de sonido a todo lo que da creyéndose protagonistas de un video musical, pero claro, no son capaces de reconocerlo cuando están en “sociedad” ni gritarlo al mundo entero y no los culpo, es parte del reconocido doble estándar chileno al que me he referido en otras oportunidades. Bienvenidos a Chile, el país de las apariencias, donde eres más “bacán” si tienes un estándar de vida en lo cultural y económico más alto que el resto, el cual demuestras vanagloriándote de lo que comes, de dónde vacacionas, dónde tomas un simple café, qué auto tienes y qué estilo musical escuchas o al menos, el que aparentas seguir;  y después se llenan la boca hablando de la igualdad, en fin.
De seguro más de alguno se siente ofendido con mis palabras pero es mi apreciación, ¡con respeto! claro.  De todas formas ¿Cómo se me ocurre pensar esto si obviamente no cabría en sus mentes  intelectuales caer tan bajo?  Pero bueno, en gustos no hay nada escrito y en temas artísticos con mayor razón.   La verdad es que me paso de mal hablada  con justa razón, claramente su bagaje musical debe estar plagado de melodías clásicas, mínimo la colección completa de Beethoven o Mozart solo por nombrar algunos.
Vamos, no seamos graves.  No vas a ser menos intelectual o respetable cuando al escuchar una canción “oreja” tu cuerpo pase a emanciparse de tu cabeza al automáticamente ponerte a bailar.  Al  menos yo no me siento menos “señorita”, digna o empoderada por caer ante la tentación de menear mi esqueleto al ritmo del clásico “gasolina” o el repetido “despacito” de Luis Fonsi. Además la ropa, la apariencia y la música no te definen; si fuera por eso  no se verían metaleros con globos y peluches en las calles para los 14 de febrero o el “reggae” sería solo para quienes consumen marihuana y la ven como un estilo de vida;  a mí me encanta ese género y no soy muy amiga de la "bless” que digamos.
No obstante la ironía anterior, lamento tirarles por la borda su visión segura de sí mismos pues las cifras hablan por sí solas. No soy yo, créanme. Lo afirma la versión pagada de “Spotify”, esa que no te limita a escuchar tu lista en modo aleatorio ni te obliga a aguantar cinco minutos de anuncios desagradables cada 20 sin interrupción de tus temas favoritos. Dejando de lado las bromas y centrándome en la realidad ¿Qué es lo que tiene este género que gusta tanto a una gran masa de personas aunque no lo reconozcan? Remontándonos a su origen, podemos decir que surgió de dos estilos musicales pegajosos e igual de populares como lo son el “reggae” jamaicano y  el “hip hop” estadounidense, comenzando en Panamá y adquiriendo mayor desarrollo en Puerto Rico en la década de los 90.  Con esto, resulta fácil entender que la fusión entre estos ritmos tendría un prometedor augurio.
Recordemos que  a Chile llegó hace unos 17 años a arrasar con las discotecas y a  arrebatarle el trono al en ese entonces popularísimo ritmo “Axé” que revolucionó, sobre todo, a los adolescentes de la época; tanto que los millenials como yo nos sabíamos todas sus coreografías aprendidas del famoso y extinto programa juvenil “Mekano” ¿Pero el “perreo”?  Definitivamente este ritmo ha superado todos los límites y llegó para quedarse indefinidamente. En vez de desaparecer de manera paulatina  como otros ya lo han hecho,  ha ido  evolucionando en sus estilos y crece cada vez más cual si fuera una plaga.  El “trap”, por ejemplo,  que si bien nació hace unos 20 años influenciado igualmente por el hip hop, hoy ha tomado mucha fuerza principalmente por su volatilidad; el hecho de tener ritmos variados y una estética sombría sumado a sus letras cargadas de pandillas, drogas y excesos lo hace un género igualmente bullado.
                Es necesario enfatizar en que lamentablemente mi Chilito querido no es un país que se destaque por una industria musical muy próspera ni por contar con grandes sellos discográficos. Si bien contamos con artistas y cantantes destacados en la música popular, tampoco somos un país que desarrolle el folclore como México o Argentina, por ejemplo. Con suerte se puede escuchar música tradicional en fondas una vez año, donde por cierto reina el género del cual trata este artículo.  Es un tema cultural;  somos importadores de estilos y gustos y la música no es la excepción; siempre preferimos lo extranjero por sobre lo propio. No por nada dicen que “nadie es profeta en su propia tierra” y así lo prueba la historia con Gabriela Mistral, por ejemplo, quien recibió el Premio Nacional de Literatura cinco años después de ganar el Nobel. Mon Laferte, la ex chica rojo Montserrat Bustamante, por su parte, tuvo que echar raíces en la tierra del tequila y las rancheras para poder mostrar su verdadero estilo y sacarle partido a su voz y talento.
Antes de concluir, quiero recordar la polémica surgida hace unos meses por parte de algunos exponentes de reggaetón que protestaron en sus redes sociales por no haber sido nominados al Latin Grammy 2019 y la posterior burla de algunos cantantes nacionales que respondieron con memes denostando la calidad de estos artistas con mensajes como “con autotune no hay Grammy”., por ejemplo. Independiente de que tengan razón respecto a la calidad vocal, no es grato que entre ellos mismos se miren en menos.  Además, duela a quien le duela son más exitosos, populares y famosos que muchos de los que se han mofado. Una por otra.
No se puede negar que el  gusto por esta música es transversal a pesar de que muchos renieguen de ello. Si bien tiene un origen en sectores marginales hoy llega a todos por igual y hay que aceptarlo. Por mi parte tengo reparos en que niños pequeños que muchas veces no entienden lo que dicen las canciones pero se las saben de memoria, tengan acceso a letras y bailes erotizados antes de tiempo, pero ante un mundo globalizado y de fácil alcance a la tecnología e internet no es mucho lo que se puede hacer para controlarlo.
Como reflexión creo que “si no puedes contra ellos, úneteles”, es la consigna que han seguido muchos artistas populares que se han rendido ante el éxito del reggaetón y han visto es las colaboraciones oportunidades de dar un giro a sus carreras y aumentar sus ventas para mantenerse a la vanguardia y conservar su fama. Ricky Martin, Luis Fonsi, Shakira, Jessy y Joy, Thalía e incluso Maroon 5  por nombrar algunos, han cedido ante el triunfo avasallador de este ritmo. Así como hay que aprender a vivir en sociedad y respetar formas de ser y de pensar muy variadas, habrá también que acostumbrarse  a convivir con estilos musicales distintos ya que en teoría aún tenemos democracia, así que a hacerse la idea de que el reggaetón que tanto odian pero igualmente prefieren al momento de elegir qué escuchar, reina en la actualidad, al menos que crean que “Spotify” también miente.

jueves, 17 de octubre de 2019

Guasón: "De Payaso fracasado a Bufón admirado"




Cuando  niños solemos admirar a los superhéroes y aspiramos a ser como ellos. En nuestra dulce inocencia soñamos con tener poderes y enaltecemos el sentido de justicia a un nivel superior. Sin embargo, de adultos,  después de una vida llena de dulce y agraz, de experiencias con la realidad y decepciones de la misma, podemos llegar a entender a los villanos. Esto es lo que al menos a mí me ocurrió después de ver al  “Guasón” interpretado por el grande  Joaquin Phoenix.
            La película, basada la editorial DC Comic  e independiente del universo extendido de esta misma, se estrenó el 31 de agosto en la 76° edición del Festival del Cine de Venecia, donde obtuvo el León de Oro, galardón máximo del evento. Y en Latinoamérica, desde que llegó a la pantalla grande el 3 de octubre ha batido records en taquilla  y con razón; merece la excelente crítica que se le ha dado  no sólo por el desempeño de su protagonista ni la acertada visión de su director Tod Phillips, sino que también por sus bajos costos de producción. Es valorable  que con un presupuesto de 55 millones de dólares, la mitad de su antecesora, Venom, haya recaudado apenas en dos semanas más de 500, aumentando en un 1000% su inversión. 
            “Joker” no es la película común de superhéroes y villanos que estamos acostumbrados a ver en los cines, esas en las que el bueno vence al malo en un desfile de poderes y elementos de ciencia ficción. El filme te mantiene en suspenso de principio a fin, te remonta a tu pasado y te hace empatizar con el protagonista al entender cómo situaciones trágicas de la niñez te definen en tu vida adulta. Te invita a reflexionar en un género que calza más con el terror psicológico que con la acción. Una propuesta alternativa que no deja espacio a reparos, con una dirección de arte brillante y una puesta en escena sombría y tétrica en consecuencia con la época y locación en la que está ambientada: la mítica ciudad Gótica.
El éxito de “Guasón” debe tener a Warner Bross temblando de arrepentimiento  literalmente por no haber dado muchos pesos, más bien dólares por ella.  Cuando no creen en ti en tu propia casa y le doblas la mano a tu suerte es  un triunfo redondo para tu ego y en este caso los créditos son para todos quienes están detrás de esta obra cinematográfica. Gran parte del éxito de una película depende del reparto pues una idea pude ser muy buena pero si los actores no dan la talla, sólo quedan en buenos proyectos y viceversa, buenos protagonistas pueden de igual manera dar vuelta una mala historia. En el caso del “Joker”, sin embargo, fue una apuesta arriesgada con más puntos en contra que a favor, que resultó en una victoria indudable.
Joaquin Phoenix  me tenía enamorada desde que personificó al emperador Cómodo en “El Gladiador” del 2000 con unos 20 kilos más y los mismos años menos, no obstante, con su  magistral actuación del excéntrico infeliz al borde de la anorexia terminó de volverme loca. Su capacidad de generar amor y odio hacia su personaje _el mismo que con interpretaciones anteriores me fue totalmente indiferente _me cautivó; es que el papel de “chico malo” le queda como anillo al dedo. Interpreta a la perfección el proceso de transformación de un fracasado payaso que aspira a ser comediante,  a un bufón de tomo y lomo y esto, eriza los pelos. Los detalles que nos presentan su pasado y presente son tan sublimes que logran develar  cuidadosamente la evolución paulatina hacia su alter ego,  el que finalmente termina por consumirlo.
Ante lo anterior, es imposible no recordar la interpretación de Natalie Portman en “El Lago de los Cisnes” que la hizo acreedora de un Óscar. De seguro con “Joker”, Phoenix va por el mismo camino, además de llevarse créditos extra por esa risa patológica aguda e incontrolable que logra perturbar al espectador. Merece ovación su particular manera de permitirnos transitar en su personalidad distorsionada para entender desde la raíz los motivos que lo llevan a revelar su verdadera identidad en contra del  entorno oscuro, egoísta y superficial que lo rodean.
Jamás empaticé tanto con un villano como ahora. Poder ver el lado sensible de un psicópata antes de convertirse en bestia con ese nivel de realidad, es soberbio. Y es que en la vida nada es blanco o negro, siempre hay matices. No existe certeza absoluta de cómo somos, por lo que los recovecos de la mente humana jamás terminan de  sorprendernos. Es sabido que no es posible hablar de “normalidad” en Psicología; nadie puede considerarse a sí mismo totalmente “normal”. Hasta los grandes pensadores clásicos, artistas y reconocidos científicos han estado “locos de patio” en algún momento de su célebre existencia.
 La mente es frágil, en ella los sueños y las metas evolucionan a medida que pasan los años y en un abrir y cerrar de ojos se pueden desmoronar si en ese intertanto se mueve una sola pieza del rompecabezas; así de fácil. Rápidamente podemos pasar de una emoción a otra cuando vivimos el fracaso y la frustración, por lo que balancearse en los extremos de la conciencia es pisar un terreno peligroso que puede terminar por mostrarnos nuestro lado más oscuro en el momento menos pensado. Si nunca se termina de conocer a las personas que nos rodean ¿acaso podemos afirmar que nos conocemos bien a nosotros mismos?
 Para finalizar, me permito una reflexión respecto de la importancia que tiene para las sociedades la existencia de líderes de opinión y, por lo mismo, es necesario enfatizar en el  cuidado que debemos de tener  a la hora de seguirlos. En un mundo lleno de sensibilidades e inquietudes, se hace fácil captar un descontento colectivo y utilizarlo a favor para tocar la fibra de la gente. No por nada series como “La Casa de Papel” han sido tan populares y exitosas, esas en que los antihéroes se presentan como los “salvadores”, tal como pasó con el primero de ellos que conoce la historia; Robin Hood. Pero ojo,  la acción de mover a las masas  cuando el fin último no es precisamente beneficiar a esas mayorías resulta negativo y puede desencadenar en batallas peores de las que posiblemente sea imposible salir. El argumento de “Guasón” tiene mucho de ello. Y con esto termino ya que  de seguir sería justificadamente acusada de cometer spoilers. Quienes no la han visto, háganlo, no se arrepentirán.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Propaganda impopular: No más alcohol en fiestas patrias del trabajo



A  pocos días del inicio de las añoradas “Fiestas Patrias”, al diputado DC Gabriel Silber no se le ocurrió nada mejor que iniciar una campaña que busca prohibir el consumo de alcohol en celebraciones laborales. En estas fechas a todos les está bajando la productividad notoriamente y cómo no si de alguna manera hay que justificar el día extra que tendremos y los aguinaldos, en caso de que los haya. Y está bien, más que mal está haciendo su trabajo pero con su iniciativa  se está olvidando  que los chilenos además de ser reconocidos por malas mañas en otros países, también llevamos la batuta al momento de celebrar. Buscamos cualquier excusa para beber y  con mayor razón si es gratis, en la época más esperada del año.
Ahora bien, la explicación de esta súper idea es evitar que las mujeres sufran abusos sexuales por parte de sus jefaturas o pares. No sabía yo que el alcohol fabrica degenerados.   Al parecer el diputado tiene la percepción equivocada y retrógrada de aquellos que responsabilizan al alcohol por hacer cosas indebidas o de “apagar la tele” como le llaman a la pérdida temporal de la memoria,  en vez de asumir las culpas como corresponde.
Además, al menos en mi mundo, el alcohol tiene un alcance transversal y no distingue géneros. Así como puede causar que los hombres se vuelvan más “cariñositos”, lo mismo puede hacerles a las mujeres. Aunque lamentable, lo cierto es que estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan a Chile como el cuarto país en América donde hay más consumo de alcohol después de Uruguay, Argentina y Estados Unidos. Lo que es peor, las mujeres chilenas son apuntadas como las que tienen más episodios de borrachera en Latinoamérica; aun así,  los hombres siguen llevándoles la ventaja hasta cuatro veces más.
No obstante lo anterior, lo que más me  inquieta de esta campaña si es que se lleva a cabo es que ¡se está subestimando la fuerza de voluntad de los chilenos!…no, en serio, no creo que se les esté haciendo un favor a las mujeres al pretender que el alcohol es el responsable de la vulnerabilidad a la que pueden ser expuestas en situaciones donde este esté presente. Convengamos en que el tema que nos convoca hoy es una celebración puntual pero el acoso puede darse en cualquier contexto: cuando la persona es degenerada lo es aquí y en la quebrá del ají”.
En el ámbito laboral se trata de adultos que deberían saber lo que hacen “buenos y sanos” y con “agua en el bote”, a pesar de que está comprobado de que gracias alcohol la zona de nuestro cerebro que controla el sentido común se relaja y, por ende, tanto hombres como mujeres se desinhiben, eso no es pretexto para echarle la culpa de las estupideces que podemos hacer cuando estamos bajo sus efectos.  No por nada el dicho popular, “con un par de piscolas”… complete la oración.  Hay que saber distinguir entre lo laboral y lo personal,  obviamente no se trata de “mostrar la hilacha” frente a los jefes tampoco. Déjenlos que disfruten de compartir todos en una misma mesa  una vez al año, después de todo pasan más de 300 días poniéndoles la cara y aguantando el trabajo bajo presión; mientras no  se tomen hasta el agua del florero, todo bien.
Por otro lado, el verdadero sentido de las fiestas patrias se perdió hace rato. Ese que celebraba la primera junta nacional de gobierno ocurrida el 18 de septiembre  de 1810, evento que se  conocía popularmente como la independencia de Chile. A estas alturas debo enfatizar  que fue ocho años después, el 12 de febrero cuando el país fue reconocido y proclamado como una nación soberana y libre. Y no es que piense que en Chile reina la ignorancia, pero “por si las moscas”, no está de más recordar.
Por todo lo anterior, hablar de “patriotismo” para justificar el beber de más en esa semana sería solo eso: una pantalla. No por nada en cada fonda o eventos de la chilenidad  se escucha de todo menos la danza nacional, mi querida pero ignorada cueca. Sobre todo, por esta cosa de la “multiculturalidad”, cada vez son menos los coterráneos que atienden las mesas en estos locales así que muy chileno no es el ambiente que digamos. Para qué mencionar que en el caso de sonar “La Consentida” o “El Guatón Loyola” la mayoría vuelve a sus asientos, pero no vayan a tocar cumbia, reggaetón o salsa, porque se llenan las pistas en un abrir y cerrar de ojos. Por eso prefiero mil veces las fiestas costumbristas, al menos en ellas se respetan más las tradiciones y el folclore.

Cada quien sabe dónde le aprieta el zapato y definitivamente el trasfondo de todo esto es, para variar, cultural; falta mucha educación en Chile respecto de drogas legales e ilegales y que aprendamos a decir “No” o “Suficiente”. Lo mismo ocurre con la comida chatarra, nos llenan de sellos y advertencias_ si igual nos devoramos los chocolates o postres aunque con culpa, claro_ o prohíben su consumo en colegios porque no sabemos cerrar la boca. Simple, si sentimos que nuestra temperatura bucal aumenta por no decir que se “nos calienta el hocico” pensemos un poquito más antes de actuar, aunque sé que quizás estoy pidiendo mucho; lo que en verdad debe preocupar son las consecuencias en la seguridad  al conducir ebrios exponiéndonos unos a otros y en la salud, abusando de nuestro pobre hígado hasta más no poder.

martes, 10 de septiembre de 2019

Apariencia Mujeres Versus Hombres :¿A quién le importa más?



La moda. Uno de mis placeres culpables y a mucha honra. Es que la ropa, accesorios, carteras, zapatos y perfumes son mi mayor vicio después del maldito pero relajante cigarrillo. No es de extrañar, pensarán ustedes hombres, pues soy mujer. Pero no se hagan, si cada vez es más común ver en las calles a los de su raza combinados de pies a cabeza. Los tiempos han cambiado y quienes antes aseguraban que sólo los homosexuales tenían gusto para vestirse, hoy se demoran más en arreglarse que nosotras mismas. ¿No será mucho?
   Atrás quedaron esos años en los que las mujeres tardábamos horas en ponernos bellas para nosotras, primero que todo, y ¿por qué no decirlo?, para ustedes, autodenominados “sexo fuerte”. ¿Y para qué?, si nunca se daban cuenta de los cambios de pelo o de imagen que nos hacíamos. 
Hoy, las cartas se han invertido y son ustedes quienes se han vuelto infinitamente más vanidosos que nosotras: gel de ducha, vaselina para el cabello, manicure y hasta cremas de peinado usan los perlas. Y así dicen que las mujeres nos demoramos tanto en “echarnos una manito de gato” para quedar iguales. ¿Es que acaso ustedes creen que por estar en el baño dos horas vamos a notar la diferencia? Pues no, con sólo sentirlos bañaditos y perfumaditos es suficiente. ¿Quiénes son los complicados ahora? 
Por lo menos las mujeres tenemos la salvedad de la bendita existencia del maquillaje, así que perfectamente podemos pasar por gatos negros en la noche. Eso sí, no está demás comentar que algunos de ustedes “Adanes”, también acuden a la brocha y el encrespador en algunas ocasiones y no me refiero sólo a los afeminados del mundo gay, por cierto. No lo nieguen, se nota.
Y por si esto fuera poco, resulta que depilarse ya no es sólo costumbre de los deportistas como nadadores, por ejemplo, o los aceitosos vedettos, sino que también han adoptado esta “medida de embellecimiento” ustedes hombres. Todos unos “machos alfa”. ¿Qué tal?
Claro que la mayoría jamás se va a someter a tan cruda experiencia como es la asesina cera depilatoria, no señor, a pura “presto barba” nomás. Si es obvio que su fisonomía no está preparada para soportar los terribles dolores por los que debemos pasar nosotras porque, es de saber, que estamos destinadas a pagar las culpas de nuestra ancestro Eva por morder la fruta prohibida, la manzana del pecado. ¿Qué injusta la vida no?
No se molesten queridos lectores, esto no se trata de una crítica, en verdad  no pienso que esté mal que inviertan grandes sumas de dinero en gimnasios, ropa y zapatos de grandes marcas, e incluso, en cremitas para el rostro y el cuerpo. Es más, creo que es genial que se den el tiempo de preocuparse de su apariencia como nosotras. Lo que sí me parece “to much” es lo que cuento anteriormente: no pueden tardar más que nosotras en el baño. No es posible que se miren en cada vitrina cuando vamos con ustedes de paseo, no es sexy, ¡en serio! Se supone que en esta guerra de los sexos ustedes son los “fuertes”, los rudos, los machos peludos, los que sudan la gota gorda, y a nosotras nos corresponde ser las dulces y frágiles princesas. Si quisiéramos un hombre que se arregle más que nosotras, ¿no consideraríamos acaso para ello irnos al otro bando? ¿Mirarnos al espejo y gustarnos entre nosotras mismas? Piénsenlo y considérenlo. No está demás.

martes, 3 de septiembre de 2019

La Sirenita Ariel: Adiós a mi infancia idealizada


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“Si tan solo pudiera hacerle ver, que no veo las cosas como él lo hace. No es posible que un mundo que hace tantas maravillas sea tan malo”.  Cómo olvidar esos versos que marcaron mi infancia y que canto de memoria hasta hoy, 30 años después del estreno en 1989 de mi película favorita de Disney: “The Little Mermaid”, más conocida en Latinoamérica como “La Sirenita Ariel”. Desde hace un tiempo la fábrica “construye cuentos” más exitosa del mundo se dispuso a recrear en versión live-action las películas más taquilleras de antaño. Lo hicieron  con  La Cenicienta, La Bella y la Bestia y Aladdin, entre otras; hasta que por fin   hace unos meses se dio a conocer la noticia oficial de que el clásico de la  colorina tendría también su versión en real con personajes de carne y hueso.
Obviamente no podía estar más feliz.  Saber que ahora rememoraría  esos tiernos tiempos en que ver una y otra vez la película no lograba aburrirme, no solo por la rebelde ninfa marina de 16 años que llegaba a romper los esquemas estereotipados de las princesas  perfectas y disciplinadas como Cenicienta y Aurora; sino que también por mi villana favorita: la bruja Úrsula, ese pulpo de voz ronca y caderas voluptuosas que le daría a Ariel piernas a cambio de su hermosa voz.
¿Quién no se enamoró de un dibujo animado alguna vez? Es obvio que no puedo dejar de nombrarlo a él, el guapo Erik; ese valiente moreno de ojos azules que me cautivó, nuevamente porque estaba lejos de cumplir con el prototipo de príncipe  soldadito de guerra  con traje azul y labios pintados, sí, como el de Blanca Nieves, por ejemplo. ¿Y la dupla de amigos incondicionales?  Flounder y Sebastián, el pececito y el cangrejo compañeros de aventuras de la apasionada adolescente. Sin duda, esta película tiene todos los componentes para hacer de ella un triunfo redondo en su versión de “imagen real”.
No obstante lo anterior, mi sorpresa fue gigante cuando me  enteré por medio de una publicación oficial de Disney que ya tenían a la Ariel que buscaban: Halle Bailey, una estadounidense que con solo 19 años se anuncia como una promesa del canto. Hasta ahí todo bien, pero ¡Sorpresa! la “elegida” es de ascendencia  afroamericana. ¿Es broma? Lamentablemente no. Así como yo eran muchos quienes se estaban manifestando por  RRSS con duras críticas y reproches hacia la factoría del ratoncito Mickey y contra la misma artista, quien no cabe duda de que podrá cantar como los dioses pero no se parece ni se parecerá a Ariel. Punto. Sin afán de recurrir al típico doble estándar del chileno, ese que comienza una frase con  “No es por ser racista pero”, pongamos los pies en la tierra; ella no cumple con las características físicas de mi princesa Ariel. Al menos la que yo recuerdo era blanca, colorina y de ojos verdes, a no ser que haya vivido una fantasía toda mi vida.
Las películas anteriores trataron de encontrar actrices que tuvieran un parecido lo más cercano a la original, como fue el caso de Cenicienta con Lily James y Emma Watson como Bella. Y aunque tengo mis reparos con Jazmín de “Aladdin” interpretada por Naomi Scott, pues a pesar  de ser una hermosa morena tiene rasgos muy occidentalizados, el hecho de mostrarnos a una Ariel negra tiene un mundo de diferencia. ¿Qué le pasó a Disney? Habiendo tantas películas ¿Tenía que matar a Ariel? Insisto, puede que el talento y la trayectoria de Balley no estén en discusión pero indudablemente no cumple con el prototipo físico.
 Existen muchos rostros que podrían personificar a Ariel como por ejemplo la protagonista de “It”, Sophia Lillis, o quien se adjudicó el papel del remake de “Carrie”, Cloe Moretz. Incluso,  otra que quedaría bien para reencarnar a la princesa del mar sería Lindsay Lohan; sus rasgos calzan perfectamente con el papel y aunque está un tanto pasada en edad como para interpretar a una adolescente, no es nada que la magia del cine no pueda arreglar con ciertos retoques que la harían lucir como una quinceañera otra vez.  Ella misma se ha anunciado sin pudor por RRSS como la candidata perfecta para asumir este rol, claro está que tendría que ser una Lohan 2.0, sin excesos y abusos de drogas y alcohol. Todos merecemos otra oportunidad, recordemos que ella intentó probar suerte con una deprimente carrera como cantante aunque estaba más que claro que le faltaba el elemento esencial: una linda voz. Pero, ¿es esto impedimento en estos días? Obviamente no, tanta tecnología y recursos hacen que hasta Marlen Olivari cante. “AutoTune” ha hecho milagros y el dinero mueve montañas; lo hizo con varias cuando Raquel Calderón lanzó el “hit del verano”, su polémico: “Me creo Punky”.
A pesar de que no se tiene la certeza de dónde provienen exactamente las aguas del rey Tritón, sí  se sabe por el cuento original que la colorina sería oriunda de Dinamarca, país que tiene un gran porcentaje de pelirrojos, por cierto.  Por lo mismo, Disney se defendió argumentando entre otros puntos que “ella vive en un reino submarino en aguas internacionales y puede nadar legítimamente donde quiera”. Además, afirman que “Ariel es danesa y las sirenas pueden ser de color porque las personas danesas también lo son”.  ¡Que increíble respuesta! ¿Los aplaudo?
Haciendo alusión al brillante comentario anterior ¿por qué entonces no hicieron a Bella negra? Tomando en cuenta que esta proviene de Francia, país que también tiene una gran cantidad de población de color. O a Tiana de “La princesa y el sapo” mestiza, considerando las políticas vanguardistas de “puertas abiertas” a favor de un mundo “multirracial” y “multicultural”. Es más, Mulan tendría que ser nórdica y así podríamos continuar jugando a las cambiaditas. Algunos dirán  de la guerrera china que como la película está basada en una historia real, necesariamente debe tener los ojos rasgados para respetar la cultura puesto que de otro modo, no tendría sentido. Con esto puedo deducir entonces que el concepto “inclusión”, al que aluden quienes están a favor de que Ariel sea negra, no sería transversal puesto que los colorines también podrían sentirse excluidos  de la pantalla grande como se ha visto históricamente.
Cabe enfatizar, además, en que la historia negra dispone de una cultura rica en mitología con criaturas mágicas del mar, el cielo y la tierra, por lo que no creo que necesite que la homenajeen invitando a actores de color a interpretar papeles hechos para blancos. Es más, creo que con esto se subestima a la raza a la vez que se menosprecia indirectamente mucho material propio del cual se podrían basar para crear nuevos cuentos.
En fin, por más que pataleemos, Halley Balley es quien se convertirá en Ariel. Y no estoy diciendo que me rehusaré a ser sorprendida pues probablemente interprete el papel perfectamente. Disney aún mantiene la incertidumbre pues  no se sabe si Balley conservará su naturalidad para encarnar a una sirena negra, o bien, sería caracterizada blanca y colorina. Y aunque esto último sería mejor, de seguro abriría otro debate que imagino va a aludir al racismo por “blanquear” a una mujer afroamericana.  
En fin,  hay algo de lo que sí estoy segura: `pase lo que pase, no esperaré la película con las mismas ansias que habría querido ni podré rememorar mis tiempos de niña con la ilusión y fantasía que me provocaba.  Para mí será otro filme más de tritones y sirenas que aunque podría ser un éxito y dejar boquiabiertos a muchos, ya rompió la fantasía de miles de fans que como yo esperaban escuchar “Parte de tu mundo” en la voz de “no importa quién” pero viendo a una sirenita Ariel tal como la recordaban.

jueves, 22 de agosto de 2019

Locura de Amor al Servicio de la Comunidad




Los árboles florecen, los pajaritos cantan y Carabineros de Chile se levanta. Ad portas de la primavera, estación característica del amor, un funcionario hace noticia por un video en donde se le ve pidiéndole matrimonio a su pareja en el terminal San Borja de Santiago. ¿La polémica? Lo hizo vistiendo su uniforme en horas de servicio y usando para ello tres patrullas en caravana que apoyaron su osado gesto, con lo que nuevamente la Institución está en el ojo de la opinión pública y ha causado un revuelo que tiene un arduo y dividido debate en Redes Sociales. Incluso, en la Contraloría General de la República se inició un proceso de investigación para recabar antecedentes y tomar las acciones que correspondan.
Por un lado, están quienes repudian el hecho por considerarlo poco ético mientras que, por el otro, los que quieren bajarle el perfil a la situación alabando el fondo más que criticando la forma. Pues bien, yo estoy en este último bando. ¡Hey! Veámosle el lado positivo, fuera de toda norma esto nos hace creer que el amor romántico aún existe y llena de esperanzas a más de alguno que se le está pasando el tren y por qué no decirlo, a esas novias eternas que andan con el jamás olvidado vestido blanco en la cartera. Convengamos en que, en la sociedad actual “tan moderna y empoderada”, cada vez se casan menos parejas y si lo hacen, por lo general, terminan separados antes de siquiera pagar la costosa fiesta de matrimonio. Está bien, quizás estoy exagerando. Pero una cosa sí es cierta, gran valor a aquellos que comulgan con la tradición del “juntos hasta que la muerte nos separe”.
 Volviendo a la discusión ¿Podríamos dejar de ser tan dramáticos? El organismo de “Orden y Patria” ya ha sido lo suficientemente criticado por actos de los peces gordos, aunque _con toda razón_ pues le han robado al fisco hasta cansarse; pero sumarle otro problema por una situación tan “inocente”, me parece mucho.
 No es desconocido que su reputación, hasta hace unos años la más respetada y confiable de Latinoamérica, hoy esté por los suelos después de tantos escándalos. Y con ello, también el prestigio de muchos uniformados correctos en un país que acostumbra a generalizar y condenar en la hoguera a los “caídos”. Sin embargo ¿se puede encasillar a un entusiasta enamorado en el mismo nivel? Como este, son muchos los funcionarios decentes que están al servicio de la comunidad, ahí “donde las papas queman” y con sueldos miserables, cabe destacar. Ojo, no me estoy sacando el sombrero por una institución completa, que como ya mencioné tiene a un país entero decepcionado por el actuar de unos cuantos; sin embargo, no podemos dejar que nuestro juicio haga pagar a “justos por pecadores”.
 Según leí por ahí, el cabo protagonista de la historia tiene una hoja de vida intachable y si bien estoy de acuerdo en que se cuestione el hecho de haber realizado tamaña hazaña personal en horario de trabajo y con vehículos fiscales (lo cual está prohibido por ley), insisto ¿Es para tanto? Además, después de largos turnos, horas sin dormir y ausencias en fechas importantes ¿No merecía acaso retribuirles de alguna manera a su novia e hijo por el tiempo de calidad que les arrebata a diario el cumplimiento de su deber?
 ¿Me van a decir que nadie ha utilizado alguna vez la impresora de su oficina para documentos personales? ¿Ninguno ha aprovechado la fotocopiadora de su trabajo para los libros de sus hijos? Y más aún ¿Alguien puede decir que jamás se ha conectado a internet en horario laboral para “chatear” con sus parejas o ver videos de entretención? Vamos, si hasta en el Congreso muchos de los honorables senadores y diputados han sido sorprendidos en plena sesión viendo RRSS o durmiendo, siendo que deberían justificar sus sueldos “reguleques” mucho más que cualquier otro trabajador común que se los paga. ¿No creen? ¿Tan mala memoria tiene este país que no recuerda el incidente del famoso “video porno”? Y para qué hablar del uso de vehículos y arcas estatales para ir de “merecidas vacaciones”. Si de sacar la vuelta se trata, mi Chilito querido se lleva el estandarte de manera transversal.
 Somos seres humanos con defectos y virtudes, con emociones e impulsos, con necesidades y deseos. Y adivinen, Carabineros también lo son. ¿Es que acaso no tienen derecho como cualquier mortal a manifestar su amor o hacer algo fuera de lo meramente rutinario? Me parece excesivo que se forme tal alboroto con esta noticia aunque no me asombra, en una época en que está de moda alarmarse por todo lo banal y hacer vista gorda de lo realmente importante.  
 “Que lance la primera piedra quien esté libre de pecados”. Mientras, yo seguiré creyendo que tres minutos y tres patrullas con luces y sirenas encendidas, más que hacer al acto “políticamente incorrecto”, le regalaron un momento de felicidad a una familia y un espectáculo al más puro estilo hollywoodense a quienes presenciaron el minuto de fama del carabinero, que de seguro se lo pensará dos veces si volvería a hacer una locura de amor como esa, que podría costarle su trabajo y que hoy lo tiene en riesgo de ser dado de baja. Si esto llega a ocurrir, ojalá que se juzgue con el mismo ímpetu y firmeza al momento de decidir el destino de los altos mandos de la institución.