La era tecnológica en que nos desenvolvemos ha desencadenado un sinfín de fenómenos sociales y culturales de gran envergadura.
En el ámbito de la televisión, el cambio de mayor trascendencia es, sin duda, el que se está forjando hace unos años: el paso del sistema analógico al digital, lo cual trae consecuencias mayúsculas a nivel social, cultural y económico.
Es que no sólo se trata de un cambio de norma, más bien, lo que se viene, supone una transformación aún mayor basada principalmente en los desafíos que esta neo televisión plantea como: más y mejor contenido, reforzar el derecho a la información y facilitar el acceso a la tecnología, entre otros.
Y esto es en lo que se funda principalmente el proyecto de Ley que se forjó en el gobierno antecesor, el de Michelle Bachelet: “más y mejor televisión para todos”. Lo anterior se facilita dejando atrás el tradicional e imperante sistema norteamericano NTSC que rigió por más de cincuenta años en nuestro país para instaurar definitivamente la norma nipona brasileña escogida.
Por ende, la expectación por este nuevo sistema era mucha puesto que se otorgará, técnicamente hablando, una extensión del espectro radioeléctrico, lo que se traduce en más canales y así, mayores posibilidades de trabajo para los comunicadores en general. ¿No es malo ah?
Sin embargo, la realidad es otra. Los grandes canales de televisión abierta como el 13, TVN, CHV y Mega, que hace un par de años están batallando por llevar la batuta en tecnología digital, han optado por otra rama de este moderno sistema que tiene que ver con la calidad de imagen y sonido.
Así es, la cada vez más conocida “Alta definición” (HD) es la tecnología que llega para quedarse en los televisores de los chilenos. Claro porque los ejecutivos y todo el personal que trabaja en estos canales se han esforzado arduamente para aprovechar al máximo lo que la riqueza de la tecnología les entrega.
Es que en vez de segmentar la señal en varias, lo mejor para los canales ha sido utilizar el mismo espacio pero con una calidad audiovisual mucho mejor que lo conocido en la tecnología analógica. Esto es tan perfecto que sólo quien lo haya vivido puede saber la diferencia. Es casi como si se pudiera sentir lo que hay al otro lado del televisor, así de real se ve la imagen. Okey, esto último sonó a publicidad, me declaro culpable, exageré…
Sin embargo, no todo está dicho ya que el organismo encargado de velar por los intereses de la comunidad en materia de contenido televisivo es el Consejo Nacional de Televisión, ente que regula que lo prometido en cuanto a más cultura, más espacios para nuevos actores televisivos y más y mejor contenido infantil se cumpla.
Además, está en juego la gran oportunidad que veían en este proyecto digital los sectores más apartados, como las regiones extremas de Chile, las cuales por la accidentada geografía del país, tenían muy mala recepción de la señal abierta y poca participación en la industria de la televisión.
Entonces, surge otro gran desafío que no hay que tomar a la ligera, pues siempre se debe pensar en los intereses de la comunidad: Existe una urgencia de enfrentar problemáticas variadas tanto de forma como de fondo. Disminuir la brecha entre lo que pueden disfrutar los santiaguinos versus los demás compatriotas del resto de este largo y angosto Chilito es primordial.
Aún queda tarea por hacer y aristas que evaluar. Los intereses involucrados surgen de todos los sectores tanto del mercado televisivo, operadores, producción de contenidos, equipamientos y lo último pero aún más importante: los usuarios del sistema, los televidentes y, es más, los tele adictos, quienes serán siempre los principales consumidores de esta cajita parlante. Para lograr la armonía entre estos factores es necesario que el gobierno, las autoridades reguladoras del sistema y los operadores de productos televisivos sigan trabajando en conjunto.
Más canales, más actores y más contenido cultural es lejos lo que se requiere con urgencia para cumplir la premisa de “televisión de calidad para todos”.
Pero debo ser pesimista esta vez, pues lamentablemente dado cómo se ha ido desarrollando la norma en los canales nacionales, probablemente esto nunca se pueda cumplir del todo, como la mayoría de las cosas. La vida es así, larga y dura. Pero ¿por qué? se preguntarán ustedes petaquitos. Pues bien, les cuento que las inversiones que han hecho los grandes canales de TV en tecnología digital son excesivas. Por tanto, no están los recursos para más encima segmentar y emitir señales paralelas a los canales originales.
No desesperen petaquitos tele adictos. Es cierto que se espera mucho de este sistema japonés-brasileño y mis comentarios no han sido del todo alentadores. Pero la esperanza es lo último que se pierde y aunque los deseos de todos no siempre pueden ser cumplidos, lo cierto es que finalmente quienes lideran la industria televisiva tendrán que adecuarse quieran o no a lo que la norma rige cuando la ley esté promulgada y se produzca finalmente el “apagón” de la era analógica en el 2018.
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