Cuando niños solemos admirar a los superhéroes y
aspiramos a ser como ellos. En nuestra dulce inocencia soñamos con tener
poderes y enaltecemos el sentido de justicia a un nivel superior. Sin embargo,
de adultos, después de una vida llena de
dulce y agraz, de experiencias con la realidad y decepciones de la misma,
podemos llegar a entender a los villanos. Esto es lo que al menos a mí me
ocurrió después de ver al “Guasón”
interpretado por el grande Joaquin Phoenix.
La película, basada la editorial DC Comic e independiente del universo extendido de
esta misma, se estrenó el 31 de agosto en la 76° edición del Festival del Cine de Venecia,
donde obtuvo el León de Oro, galardón máximo del evento. Y en Latinoamérica,
desde que llegó a la pantalla grande el 3 de octubre ha batido records en
taquilla y con razón; merece la
excelente crítica que se le ha dado no
sólo por el desempeño de su protagonista ni la acertada visión de su director
Tod Phillips, sino que también por sus bajos costos de producción. Es valorable que con un presupuesto de 55 millones de
dólares, la mitad de su antecesora, Venom, haya recaudado apenas en dos semanas
más de 500, aumentando en un 1000% su inversión.
“Joker”
no es la película común de superhéroes y villanos que estamos acostumbrados a
ver en los cines, esas en las que el bueno vence al malo en un desfile de
poderes y elementos de ciencia ficción. El filme te mantiene en suspenso de
principio a fin, te remonta a tu pasado y te hace empatizar con el protagonista
al entender cómo situaciones trágicas de la niñez te definen en tu vida adulta.
Te invita a reflexionar en un género que calza más con el terror psicológico
que con la acción. Una propuesta alternativa que no deja espacio a reparos, con
una dirección de arte brillante y una puesta en escena sombría y tétrica en
consecuencia con la época y locación en la que está ambientada: la mítica
ciudad Gótica.
El éxito de “Guasón” debe
tener a Warner Bross temblando de arrepentimiento literalmente por no haber dado muchos pesos,
más bien dólares por ella. Cuando no
creen en ti en tu propia casa y le doblas la mano a tu suerte es un triunfo redondo para tu ego y en este caso
los créditos son para todos quienes están detrás de esta obra cinematográfica.
Gran parte del éxito de una película depende del reparto pues una idea pude ser
muy buena pero si los actores no dan la talla, sólo quedan en buenos proyectos
y viceversa, buenos protagonistas pueden de igual manera dar vuelta una mala
historia. En el caso del “Joker”, sin embargo, fue una apuesta arriesgada con
más puntos en contra que a favor, que resultó en una victoria indudable.
Joaquin Phoenix me tenía enamorada desde que personificó al
emperador Cómodo en “El Gladiador” del 2000 con unos 20 kilos más y los mismos
años menos, no obstante, con su magistral
actuación del excéntrico infeliz al borde de la anorexia terminó de volverme
loca. Su capacidad de generar amor y odio hacia su personaje _el mismo que con
interpretaciones anteriores me fue totalmente indiferente _me cautivó; es que
el papel de “chico malo” le queda como anillo al dedo. Interpreta a la
perfección el proceso de transformación de un fracasado payaso que aspira a ser
comediante, a un bufón de tomo y lomo y
esto, eriza los pelos. Los detalles que nos presentan su pasado y presente son
tan sublimes que logran develar cuidadosamente la evolución paulatina hacia su
alter ego, el que finalmente termina por
consumirlo.
Ante lo anterior, es
imposible no recordar la interpretación de Natalie Portman en “El Lago de los Cisnes”
que la hizo acreedora de un Óscar. De seguro con “Joker”, Phoenix va por el
mismo camino, además de llevarse créditos extra por esa risa patológica aguda e
incontrolable que logra perturbar al espectador. Merece ovación su particular
manera de permitirnos transitar en su personalidad distorsionada para entender
desde la raíz los motivos que lo llevan a revelar su verdadera identidad en
contra del entorno oscuro, egoísta y
superficial que lo rodean.
Jamás empaticé tanto con
un villano como ahora. Poder ver el lado sensible de un psicópata antes de
convertirse en bestia con ese nivel de realidad, es soberbio. Y es que en la
vida nada es blanco o negro, siempre hay matices. No existe certeza absoluta de
cómo somos, por lo que los recovecos de la mente humana jamás terminan de sorprendernos. Es sabido que no es posible
hablar de “normalidad” en Psicología; nadie puede considerarse a sí mismo
totalmente “normal”. Hasta los grandes pensadores clásicos, artistas y reconocidos
científicos han estado “locos de patio” en algún momento de su célebre
existencia.
La mente es frágil, en ella los sueños y las
metas evolucionan a medida que pasan los años y en un abrir y cerrar de ojos se
pueden desmoronar si en ese intertanto se mueve una sola pieza del rompecabezas;
así de fácil. Rápidamente podemos pasar de una emoción a otra cuando vivimos el
fracaso y la frustración, por lo que balancearse en los extremos de la
conciencia es pisar un terreno peligroso que puede terminar por mostrarnos
nuestro lado más oscuro en el momento menos pensado. Si nunca se termina de
conocer a las personas que nos rodean ¿acaso podemos afirmar que nos conocemos
bien a nosotros mismos?
Para finalizar, me permito una reflexión
respecto de la importancia que tiene para las sociedades la existencia de
líderes de opinión y, por lo mismo, es necesario enfatizar en el cuidado que debemos de tener a la hora de seguirlos. En un mundo lleno de
sensibilidades e inquietudes, se hace fácil captar un descontento colectivo y utilizarlo
a favor para tocar la fibra de la gente. No por nada series como “La Casa de
Papel” han sido tan populares y exitosas, esas en que los antihéroes se
presentan como los “salvadores”, tal como pasó con el primero de ellos que
conoce la historia; Robin Hood. Pero ojo, la acción de mover a las masas cuando el fin último no es precisamente
beneficiar a esas mayorías resulta negativo y puede desencadenar en batallas
peores de las que posiblemente sea imposible salir. El argumento de “Guasón”
tiene mucho de ello. Y con esto termino ya que de seguir sería justificadamente acusada de
cometer spoilers. Quienes no la han
visto, háganlo, no se arrepentirán.