Los árboles
florecen, los pajaritos cantan y Carabineros de Chile se levanta. Ad portas de
la primavera, estación característica del amor, un funcionario hace noticia por
un video en donde se le ve pidiéndole matrimonio a su pareja en el terminal San
Borja de Santiago. ¿La polémica? Lo hizo vistiendo su uniforme en horas de
servicio y usando para ello tres patrullas en caravana que apoyaron su osado
gesto, con lo que nuevamente la Institución está en el ojo de la opinión
pública y ha causado un revuelo que tiene un arduo y dividido debate en Redes
Sociales. Incluso, en la Contraloría General de la República se inició un
proceso de investigación para recabar antecedentes y tomar las acciones que
correspondan.
Por un lado, están quienes repudian
el hecho por considerarlo poco ético mientras que, por el otro, los que quieren
bajarle el perfil a la situación alabando el fondo más que criticando la forma.
Pues bien, yo estoy en este último bando. ¡Hey! Veámosle el lado positivo,
fuera de toda norma esto nos hace creer que el amor romántico aún existe y
llena de esperanzas a más de alguno que se le está pasando el tren y por qué no
decirlo, a esas novias eternas que andan con el jamás olvidado vestido blanco
en la cartera. Convengamos en que, en la sociedad actual “tan moderna y
empoderada”, cada vez se casan menos parejas y si lo hacen, por lo general,
terminan separados antes de siquiera pagar la costosa fiesta de matrimonio.
Está bien, quizás estoy exagerando. Pero una cosa sí es cierta, gran valor a
aquellos que comulgan con la tradición del “juntos hasta que la muerte nos
separe”.
Volviendo
a la discusión ¿Podríamos dejar de ser tan dramáticos? El organismo de “Orden y
Patria” ya ha sido lo suficientemente criticado por actos de los peces gordos,
aunque _con toda razón_ pues le han robado al fisco hasta cansarse; pero
sumarle otro problema por una situación tan “inocente”, me parece mucho.
No es desconocido que su
reputación, hasta hace unos años la más respetada y confiable de Latinoamérica,
hoy esté por los suelos después de tantos escándalos. Y con ello, también el
prestigio de muchos uniformados correctos en un país que acostumbra a
generalizar y condenar en la hoguera a los “caídos”. Sin embargo ¿se puede
encasillar a un entusiasta enamorado en el mismo nivel? Como este, son muchos
los funcionarios decentes que están al servicio de la comunidad, ahí “donde las
papas queman” y con sueldos miserables, cabe destacar. Ojo, no me estoy sacando
el sombrero por una institución completa, que como ya mencioné tiene a un país
entero decepcionado por el actuar de unos cuantos; sin embargo, no podemos
dejar que nuestro juicio haga pagar a “justos por pecadores”.
Según leí por ahí, el cabo
protagonista de la historia tiene una hoja de vida intachable y si bien estoy
de acuerdo en que se cuestione el hecho de haber realizado tamaña hazaña
personal en horario de trabajo y con vehículos fiscales (lo cual está prohibido
por ley), insisto ¿Es para tanto? Además, después de largos turnos, horas sin
dormir y ausencias en fechas importantes ¿No merecía acaso retribuirles de
alguna manera a su novia e hijo por el tiempo de calidad que les arrebata a
diario el cumplimiento de su deber?
¿Me van a decir que nadie ha
utilizado alguna vez la impresora de su oficina para documentos personales?
¿Ninguno ha aprovechado la fotocopiadora de su trabajo para los libros de sus
hijos? Y más aún ¿Alguien puede decir que jamás se ha conectado a internet en
horario laboral para “chatear” con sus parejas o ver videos de entretención?
Vamos, si hasta en el Congreso muchos de los honorables senadores y diputados
han sido sorprendidos en plena sesión viendo RRSS o durmiendo, siendo que
deberían justificar sus sueldos “reguleques” mucho más que cualquier otro
trabajador común que se los paga. ¿No creen? ¿Tan mala memoria tiene este país que
no recuerda el incidente del famoso “video porno”? Y para qué hablar del uso de
vehículos y arcas estatales para ir de “merecidas vacaciones”. Si de sacar la
vuelta se trata, mi Chilito querido se lleva el estandarte de manera
transversal.
Somos seres humanos con
defectos y virtudes, con emociones e impulsos, con necesidades y deseos. Y
adivinen, Carabineros también lo son. ¿Es que acaso no tienen derecho como
cualquier mortal a manifestar su amor o hacer algo fuera de lo meramente
rutinario? Me parece excesivo que se forme tal alboroto con esta noticia aunque
no me asombra, en una época en que está de moda alarmarse por todo lo banal y
hacer vista gorda de lo realmente importante.
“Que lance la primera piedra
quien esté libre de pecados”. Mientras, yo seguiré creyendo que tres minutos y
tres patrullas con luces y sirenas encendidas, más que hacer al acto
“políticamente incorrecto”, le regalaron un momento de felicidad a una familia
y un espectáculo al más puro estilo hollywoodense a quienes presenciaron el
minuto de fama del carabinero, que de seguro se lo pensará dos veces si
volvería a hacer una locura de amor como esa, que podría costarle su trabajo y
que hoy lo tiene en riesgo de ser dado de baja. Si esto llega a ocurrir, ojalá
que se juzgue con el mismo ímpetu y firmeza al momento de decidir el destino de
los altos mandos de la institución.